
Reflexiones sobre la mediación en conflicto de pareja.
Por Chusa Fernández
Desde el 2012 soy mediadora en cinco juzgados y en el centro de mediación del Instituto Internacional ProMediación. He realizado muchas y diversas mediaciones en divorcios, herencias, empresa familiar.
He escuchado las historias de las personas, he vivido su sufrimiento, en ocasiones su desesperación ante situaciones que nunca hubieran imaginado cuando iniciaron su relación. Las personas quieren saber cuál es el coste del divorcio. Más allá del tema económico, hay otro coste que los/as mediadores/as conocemos y de ese os voy a hablar.
#1 Amor y pasión, en búsqueda del enamoramiento perpetuo
Se puede decir que la causa principal de unión de una pareja es el enamoramiento, emoción compleja en la que se entremezcla en diferentes porcentajes la pasión, el afecto, el sexo, el cariño y otros muchos factores positivos que mantienen y alimentan este estado.
El amor y la pasión son los dos pilares básicos en el inicio de una relación. Si bien esta combinación puede mantenerse de forma permanente a lo largo del tiempo, es habitual que el peso que tienen en la relación varíe a lo largo de los años: la pasión cede puestos ante el cariño, la ternura; las relaciones sexuales se van espaciando en el tiempo porque llevamos un ritmo frenético y si la cama era al principio el símbolo supremo del amor envuelto en placer, ahora se ha convertido en el del descanso, el sosiego, el sueño reparador.
En la relación de pareja existe un contrato expreso o tácito de obligado cumplimiento pero, ¿qué ocurre cuando esas normas no se cumplen o en un momento dado se deja de hacerlo?
#2 Los motivos de la separación o del divorcio
Las parejas se separan por motivos diversos. Algunos conflictos son habituales, rutinarios, producto de lo que acontece día a día, de los cambios en las etapas vitales de la familia. Son problemas que generalmente se resuelven a través del diálogo, de la cesión, de la negociación o incluso no se resuelven y provocan ligeras decepciones pero la vida de la pareja continua su camino.
Hay otro tipo de conflictos originados por desavenencias con la familia extensa, con los hijos, con el entorno laboral, reformas, cambios de domicilio, etc, Son cambios que provocan crisis y generan situaciones que pueden unir más a la y consolidad y fortalecer los lazos existentes o por el contrario significan el inicio de una grieta que puede ir aumentando su tamaña hasta convertirse en un foso con difícil solución. Otro ejemplo son las crisis de pareja provocadas por la muerte, enfermedad o cualquier hecho trágico de algún miembro de la famlia. El sentimiento de decepción por cómo ha actuado la otra parte, los reproches, son causas frecuentes de la posterior ruptura.
Existen determinados conflictos debidos a situaciones que han afectado a los cimientos que sostienen una relación: sinceridad, confianza, apoyo, seguridad y como no, amor. En mediación la casuística es extensa, siendo frecuentes las rupturas debidas a infidelidades que han sido descubiertas por la otra parte. Si se trata de un hecho puntual y hay arrepentimiento, perdón, en ocasiones la relación continua. Por el contrario, si la infidelidad o infidelidades se producen por desgaste de la relación, aburrimiento, sentimientos de vacío, de fracaso, de no sentirse valorado/a por la otra parte, la cosa se complica. Si además hay sentimientos de afecto o de amor hacia la tercera parte implicada, la ruptura será dolorosa, con gran carga emocional y escalada del conflicto de pareja.
Frases como “Encontré fuera lo que no me daban dentro”, “era una persona que me valoraba y eso me hacía sentir bien”, “hubiera seguido así por pena pero habría acabado mal. Esto no ha hecho más que adelantarlo” son habituales en la sala de mediación. La persona infiel tiene una explicación a por qué lo hizo. La coherencia en nuestras acciones es un mecanismo de defensa de nuestros principios.
La otra cara de la moneda corresponde la parte que se percibe abandonada, engañada, humillada, agredida y que se verá imbuida por sentimientos de ira, rabia, tristeza, frustración, culpa, decepción, desencadenando incluso el odio hacia la otra persona: “es un sinvergüenza, una persona sin moral”, “yo me desvivía por la familia y así me lo paga”, “notaba algo raro pero no me imaginaba que fuese capaz de hacerme esto”, “no quería nada conmigo, no teníamos relaciones sexuales más que esporádicamente, yo no le importaba nada”.
Es importante que las personas que se sienten heridas y traicionadas hagan el duelo y acepten la situación ya que si no va a ser muy complicado llegar a acuerdos que requieren un análisis racional de la situación.
Cuando en mediación preguntamos: ¿qué tendría que pasar para que te sintieras bien? Las respuestas son variadas pero tienen en común pensamientos negativos/destructivos: “verle muerto/a”, “que me devuelva mi dignidad”, “que desaparezca para siempre”, “que le ocurran cosas horribles”, “que alguna vez se vea traicionado/a y sepa lo que se siente”, “que se hunda”… Todas las respuestas son fruto de la emoción sentida. La razón queda oculta ante la emoción
#3 Formas de gestionar los conflictos
Las crisis en las parejas tienen diversas salidas en función de los intereses de las personas.. El dolor causado por heridas mal cerradas, por una mala comunicación puede acabar en ruptura o en cambio y crecimiento para la pareja. La gestión emocional, el conocimiento de los intereses, la honestidad y la madurez son ingredientes importantes para resolver la crisis de la mejor manera con el menor daño posible para uno mismo y para la familia en general.
Una buena comunicación entre la pareja, en la que se escuchen mutuamente, lograr que empaticen, que entiendan cómo se siente el otro, conseguir que tomen decisiones beneficiosas para ambos, para toda la familia, es determinante para que se restablezca la relación y que ésta no quede “tocada”. Esto es importante cuando hay hijos/as ya que los progenitores tendrán que tomar muchas decisiones conjuntas en cada etapa vital de los mismos.
Somos un centro de mediación de conflictos y una escuela de formación
¿QUÉ SE PUEDE HACER EN ESTOS CASOS?
Para contestar a esta pregunta hay que ver cada caso de forma individual. No caben generalizaciones.
La escalada del conflicto se puede evitar y va a depender en gran medida de la manera en que las partes lo gestionen y de las consecuencias que tenga para cada uno de los miembros de la pareja. La escalada del conflictos está en función de las emociones generadas en el proceso y éstas están relacionadas con hechos, actitudes y las percepciones de cada una de las partes. Aquí ya estamos en el mundo de lo subjetivo. Una misma circunstancia puede tener diferentes reacciones en distintas parejas y diferentes consecuencias. El carácter, la cultura, los valores, la religión y otras muchas variables determinan la percepción que hacemos de los hechos.
En cuanto a las vías para gestionar el conflicto, diremos que hay varias: la vía judicial, la mediación, la negociación, la terapia…
Comencemos por la vía judicial. En caso de conflicto leve o moderado, es posible que los abogados/as lleguen a un acuerdo que evite el juicio siempre que éstos negocien dentro de los parámetros que permitan ganar/ganar. Puede ocurrir también que la actuación de los abogados vaya dirigida a ganar/perder por querer tener el reconocimiento del cliente o porque éste lo ha querido así, dando satisfacción a sus deseos de venganza. En estos casos es posible que la sentencia otorgue la razón a una de las partes, que será la que salga «ganadora». Puede que la otra parte se conforme, acate la sentencia y ahí acabe todo o puede que inste a su abogado/a a que recurra la sentencia. Se entra así en una guerra que puede hacer que el conflicto, que en principio era leve, vaya escalando con terribles consecuencias para las partes y sus descendientes. Entra en jugo la guerra de egos con nefastas consecuencias. La parte perdedora se sentirá humillada, hundida, desconsolada. La vía judicial le ha decepcionado y aparece la necesidad de resarcimiento junto a sentimientos de venganza: “Esto no va a quedar así”, “ya veremos al final quién gana”, “quién ríe el último ríe mejor”. Son algunos de los pensamientos de las personas que se sienten “perdedoras” con la sentencia.
LA MEDIACIÓN FAMILIAR
La mediación familiar es una vía de resolución de conflictos muy eficaz. Tan solo tienen un inconveniente y es el desconocimiento por parte de la sociedad. Si bien está reconocida por una Ley que posibilita que los acuerdos de mediación puedan tener el mismo valor que una sentencia judicial, todavía hay personas que prefieren que sea un/a juez/a quién decida sobre aspectos importantes de su vida, de sus hijos, de su futuro. Hay abogados/as que no colaboran en que este proceso se dé a conocer pues creen que afecta a sus honorarios al evitar un juicio. Otros, cada vez más, aconsejan a sus clientes acudir a una mediación pues saben que las leyes no son ciencias exactas y que tal vez su cliente no obtenga lo que en principio parece claro.
Los/as abogados/as que son pro mediación explican que cobran lo mismo independientemente de que se acuda o no a juicio o tal vez un poco menos, pero les compensa ya que el proceso acabará antes, trabajarán menos y podrán coger a otros clientes. En un principio intentaron que las partes llegaran a un acuerdo si bien la carga emocional existente lo hizo inviable. Saben que un/a mediador/a profesional, conseguirá superar esa situación y hará que se escuchen, que entiendan por qué la otra parte actuó de esa forma. Tras la empatía y la legitimación recíproca, estarán ya en disposición de generar alternativas de solución ganar-ganar. El/la abogado/a también gana pues aumenta la confianza de su cliente necesaria ésta para atraer nuevos clientes a través del «boca a boca». Ellos siempre serán necesarios para asesorar, para revisar el acuerdo y para homologarlo ante el juez o ante notario.
En la mediación las partes, de manera voluntaria se someten a un proceso que es confidencial, flexible, con pocas formalidades, en el que el/la mediador/a con su formación y sus técnicas va a facilitar la comunicación a través de la escucha activa, la comprensión de lo que ocurre, de por qué ha ocurrido. Ayudará a las partes a generar opciones de solución sin que tengan que acudir a la guerra que supone el proceso judicial, sin machacarse, sin perjudicar a sus hijos. Ganar/ganar es el objetivo de la mediación. En muchos casos, la mayoría, además de llegar a acuerdos, se resuelve el conflicto, cosa que no lo logra la sentencia, sino todo lo contrario, lo recrudece.
El proceso de la mediación familiar es simple. Tras la reunión informativa, se escucha a las partes. Cada una cuenta su historia como la ha vivido. Las sesiones pueden ser conjuntas, con ambas partes o bien por separado o combinar ambas modalidades. El/la mediador/a repite con sus palabras lo que ha comprendido en la escucha, quitándole la connotación negativa de las expresiones imbuidas de emociones dolorosas. De esa forma posibilita que cada parte pueda entender los sentimientos de la otra.
Con su intervención los reproches se convierten en deseos, los insultos en expresión de necesidades. La figura del enemigo se va desdibujando y aparecen las personas, cada una con su realidad, con sus sentimientos, con sus temores.
Comienzan a conocer cuáles son sus necesidades tanto propias como mutuas. Entienden que los acuerdos han de servir para satisfacer los intereses de ambas, no sólo los propios de cada una.
Más adelante vienen las opciones de solución, las alternativas y en función de todo ellos se van configurando posibilidades de acuerdos sobre cada materia.
Finalmente se redactará un acuerdo final. En función de cada caso, ya sea preciso redactar un convenio regulador o bien se trata de la modificación de uno ya existente, ambos/as abogados/as -o uno si acudieron sin asistencia del mismo-, darán forma legal al acuerdo y lo presentarán ante el juez para su homologación.
OTRAS VÍAS DE SOLUCIÓN
La mediación familiar no excluye la vía judicial. Ésta siempre queda abierta en caso de que no se llegue a un acuerdo en mediación o sólo se lleguen a acuerdos parciales.
Otra modalidad de gestión de conflictos es la terapia. Muchas personas vienen a mediación tras haber intentado mantener la relación por esta vía. pero finalmente han decidido que lo mejor es continuar por diferentes caminos y que la forma de hacerlo es a través de la mediación.
Cualquiera que sea el motivo, el coste del divorcio puede ser muy alto si no se elige la vía que posibilite la paz y que evite la guerra. En casos en los que el conflicto ha escalado y la mediación no es suficiente, se puede acudir a una coordinación de parentalidad, en la que profesionales expertos ayudarán a la familia a salir adelante.
¿Has vivido una experiencia de separación o divorcio? Puedes contárnosla. Seguro que aprendemos un poco más.